Dr. Alonso Flores
Taula de continguts
Perséfone (Proserpina)
Es la hija de Zeus y de Deméter. La joven doncella, también conocida por el nombre de Kore. El mito del rapto de Perséfone posee un gran poder emocional que le ha otorgado una gran popularidad: una doncella inocente, el dolor de una madre por el rapto y el regreso de su hija. También es citada con frecuencia como un paradigma de los mitos que explican procesos naturales, con el descenso y el regreso de la diosa provocando el cambio de estación. Actualmente también se valora el hecho de que Hades y Perséfone constituyeron uno de los matrimonios más estables y felices dentro del Panteón griego, con relativamente pocas infidelidades por parte de ambos y el hecho de que Perséfone gobernase el inframundo en pie de igualdad con Hades.
Las ninfas que acompañaban a Perséfone sobre la tierra fueron castigadas siendo transformadas en las Sirenas por no haber intervenido frente a su rapto.
Fue después del rescate de Perséfone del inframundo cuando Deméter reveló los misterios eleusinos. Era frecuente referirse a Perséfone como ”Coré”, que significa “la muchacha” o bien a ella y a su madre Deméter como “las Deméteres” o “las dos diosas”. La historia del rapto de Perséfone era parte de los ritos de iniciación en los misterios eleusinos.
Durante la boda que tuvo lugar entre Hades y Perséfone, la isla de Sicilia le fue dada a la novia por Zeus como regalo. Como mujer de Hades, solo mostró clemencia una vez, según algunos escritos. Debido a que la música de Orfeo era tan arrebatadoramente triste, permitió que este se llevase a su esposa, Eurídice, de vuelta al mundo de los vivos con la condición de que ella caminase tras él y él nunca intentase mirarla a la cara hasta que estuviesen en la superficie. Orfeo accedió pero falló, al mirar atrás, casi al final del recorrido, para asegurarse de que su esposa le seguía, perdió a Eurídice para siempre.
También departió con Psique cuando ésta bajó al inframundo por encargo de Afrodita en búsqueda de un cofre que le habían mandado buscar.
Pirítoo y su amigo Teseo prometieron casarse con sendas hijas de Zeus. Teseo escogió a Helena, la secuestró con la ayuda de Pirítoo y decidió retenerla hasta que tuviese la edad de casarse. Dejaron a Helena con la madre de Teseo, Etra, y viajaron al inframundo, reino de la elegida de Pirítoo, Perséfone, y del marido de esta, Hades, quien fingió ofrecerles hospitalidad y preparó un banquete. Tan pronto como la pareja se sentó, las serpientes se enroscaron en torno a sus pies, atrapándolos. Teseo fue finalmente rescatado por Heracles.
Según la tradición más habitual, el matrimonio formado por Perséfone y Hades fue estéril, pero en la tradición órfica se indica que las Euménides eran hijas de Hades y Perséfone al ser deidades del inframundo.
En los misterios eleusinos celebrados en la región del Ática los ritos que se celebraban en este lugar eran, en parte, secretos. Hay testimonios de que entre ellos se celebraban actos sagrados en recuerdo del mito del rapto de Perséfone, su búsqueda y su reencuentro con su madre.
Dioniso (Baco)
Era hijo de Zeus y Sémele. Como dios del vino posee a sus fieles a través del éxtasis en la celebración de los cultos en su nombre, llamados dionisíacos. Su
símbolo más frecuente es el racimo de uvas. En Roma se le llama Baco, Shiva Mitra, Liber (también Liber Pater). Según su culto moría cada invierno y resucitaba en primavera y con él renacían también todos los frutos de la tierra.
Se le representaba como un joven alegre y festivo, semidesnudo, vestido con piel de cabra ó de pantera, coronado con una hiedra y vid, con una copa de vino, racimos de uvas, pámpanos y hiedra. Como símbolo de su divinidad ostentaba como cetro un tirso cubierto de hojas de hiedra.
Solía ir en un carro tirado por leopardos y acompañado por un cortejo de personajes extravagantes y extraños: sátiros, mitad hombres y mitad machos cabríos, con cola muy poblada y el miembro viril siempre erecto, ménades (bacantes) mujeres ebrias que bailan desenfrenadamente, faunos, muy parecidos a los sátiros, y centauros, mitad hombre y mitad caballo. Todos ellos en una algarabía danzando frenéticamente al son de la música y siempre acompañados del vino.
Sus animales fetiche eran la cabra, el leopardo, la pantera, el asno, el toro, el delfín, la serpiente y el cerdo.
La esposa de Zeus, Hera, diosa celosa y vanidosa, descubrió la aventura de su marido cuando Sémele estaba encinta. Con el aspecto de una anciana (en otras versiones de una nodriza), Hera se apareció a Sémele, quien le confió que Zeus era el auténtico padre del hijo que llevaba en el vientre. Hera fingió no creerlo, y sembró la semilla de la duda en la mente de Sémele, quien, curiosa, pidió a Zeus que se revelara en toda su gloria como prueba de su divinidad. Aunque Zeus le rogó que no le pidiese eso, ella insistió y él terminó accediendo. Entonces Zeus se presentó ante ella con sus truenos, vientos y rayos, y Sémele pereció carbonizada. Zeus logró rescatar al embrionario Dioniso plantándolo en su muslo. Fue en ese momento cuando Dioniso dejó de ser mortal y se convirtió en un dios de pleno derecho. Unos meses después, Dioniso
nació en el monte Pramnos de la isla Icaria, a donde Zeus marchó para liberarlo, ya crecido, de su muslo. En esta versión, Dioniso tuvo dos “madres” (Sémele y Zeus) antes de nacer, de donde procede el epíteto dimētōr (“de dos madres”), relacionado con su doble nacimiento. Zeus tomó al infante Dioniso y lo puso a cargo de Hermes. Una versión de la historia es que este dio el niño al rey Atamante y su esposa Ino, tía de Dioniso. Hermes pidió a la pareja que criase al recién nacido como a una niña, para esconderlo de la ira de la diosa Hera.
Otra versión es que Dioniso fue puesto bajo la tutela de las ninfas de la lluvia de Nisa, que lo criaron. Ambrosía ejerció de matrona. Cuando Dioniso creció, descubrió la cultura del vino y la forma de extraer su precioso jugo, pero Hera hizo que se volviese loco y le hizo vagar por diversas partes de la tierra. En Frigia, Cibeles, más conocida por los griegos como Rea, le curó y le enseñó sus ritos religiosos, y así emprendió Dioniso su recorrido por Asia Menor, durante el que enseñaría a la gente el cultivo de la vid. Volvió triunfante y emprendió la introducción de su culto en Grecia, pero se le opusieron algunos príncipes y regentes que temían los desórdenes que acarreaba ese culto.
Sentado junto a la orilla del mar, fue visto por unos marinos, que creyeron que era un príncipe. Intentaron secuestrarlo y llevarlo lejos para venderlo como esclavo o pedir un rescate. Probaron a atarlo con cuerdas, pero ninguna podía sujetarlo. Dioniso se convirtió en un fiero león e imitó el sonido de muchas flautas, y mató a todos los que entraron en contacto con él. Los que saltaron por la borda fueron transformados en delfines. El único superviviente fue Acetes, el timonel, que, habiendo reconocido al dios, había intentado detener a los otros marinos desde el principio. En una versión parecida, Dioniso deseaba navegar desde Icaria hasta la isla de Naxos, así que alquiló un barco pirata tirrenio. Pero cuando el dios estuvo a bordo, no navegaron hacia Naxos sino hacia Asia Menor, con la intención de venderlo como esclavo. Al saberlo, Dioniso transformó el mástil y los remos en serpientes, y llenó la nave de hiedra y del sonido de flautas, de forma que los marinos enloquecieron y saltaron al mar, donde fueron transformados en delfines.
Quien había sido su profesor y padre adoptivo, Sileno, había desaparecido. El anciano había estado bebiendo, se había marchado ebrio y se había encontrado con unos campesinos, que lo habían llevado ante el rey Midas.
Midas reconoció a Sileno, lo trató hospitalariamente y lo entretuvo durante diez días y diez noches educadamente, mientras Sileno divertía al rey y a sus amigos con historias y canciones. Al undécimo día, Midas llevó a Sileno de vuelta con Dioniso. Este ofreció a Midas que eligiera la recompensa que deseara, y el rey pidió que todo lo que tocase se transformara en oro. Dioniso accedió, aunque lamentó que no hubiese hecho una elección mejor. Midas se regocijó en su nuevo poder, que se apresuró en poner a prueba: tocó y convirtió en oro una rama de roble y una piedra. Deleitado, tan pronto como llegó a casa ordenó a los sirvientes que dispusieran un festín en la mesa. Entonces halló que su pan, su carne, su hija y su vino se convertían en oro.
Enfadado, Midas se esforzó en desprenderse de su poder, pues odiaba el don que había codiciado. Rezó a Dioniso, rogando ser librado de su hambre. Dioniso le oyó y consintió, diciendo a Midas que se bañase en el río Pactolo. Midas así lo hizo, y cuando tocó las aguas el poder pasó a éstas, y las arenas del río se convirtieron en oro.
Dioniso quería vengarse de las mujeres de Tebas, sus tías Ágave, Ino y Autónoe y de su primo, el rey Penteo, por negar su divinidad y por tanto no permitir su culto.
Penteo fue vuelto loco lentamente por el convincente Dioniso, y atraído a los bosques del monte Citerón para ver a las Ménades, las adoradoras de Dioniso que a menudo experimentaban el éxtasis dionisiaco. Cuando las mujeres vieron a Penteo, lo descuartizaron como habían hecho antes con una manada de ganado. Brutalmente, su cabeza fue cortada por Ágave, madre de Penteo.
Cuando el rey Licurgo de Tracia oyó que Dioniso estaba en su reino, envió a prisión a todas sus seguidoras, incluida Ambrosía. El semidiós huyó y se refugió con Tetis. Envió después una sequía que hizo que la gente se sublevara. Entonces volvió loco a Licurgo, y este descuartizó a su propio hijo con un hacha creyendo que era un brote de hiedra, planta consagrada a Dioniso.
Un oráculo afirmó entonces que la tierra permanecería seca
y baldía mientras
Licurgo siguiera vivo, así que su pueblo lo mató y lo descuartizó. Con Licurgo muerto, Dioniso levantó la maldición. El vaso de vidrio dicroico Copa de Licurgo del British Museum escenifica la historia.
Cuando Hefesto apresó a Hera en un trono de oro mágico, Dioniso lo emborrachó y lo llevó de vuelta al Olimpo, donde finalmente accedió a liberar a Hera.
Cuando Hestia, diosa del hogar, decidió dejar el Concejo de los Doce y atender el fuego de las casas de las familias, Zeus eligió a Dioniso para ocupar su lugar en el Olimpo como dios inmortal del vino, el jolgorio y las fiestas.
Cuando Teseo abandonó a Ariadna durmiendo en Naxos, Dioniso la encontró y se casó con ella.
Barry Powell cree que las nociones cristianas de comer y beber la “carne” y la “sangre” de Jesús fueron influidas por el culto a Dioniso.
El vino era importante para Dioniso, a quien se imaginaba como su creador; la creación de vino a partir de agua aparece también en las Bodas de Caná. En el siglo XX, Bultmann y otros compararon ambos temas y concluyeron que la teofanía dionisíaca influenció en la literatura cristiana. En Élide, durante el festival de Dioniso, los sacerdotes colocaban tres tarros en una habitación sellada y al día siguiente aparecían milagrosamente llenos de vino. Según una tradición relatada ya desde el siglo IV a. JC, Dioniso, al igual que Cristo, había sufrido una muerte violenta y, posteriormente, renacido. Un mosaico presente en el suelo del triclinio de la Casa de Aión en Nea Pafos (Chipre) refleja un tipo de culto monoteísta de Dioniso.
Dioniso era inspirador de la locura ritual y el éxtasis, y se convirtió gradualmente en un personaje importante de la mitología griega. Aunque los orígenes geográficos de su culto son desconocidos, casi todos los escritos lo presentan como “extranjero”.
Es el dios patrón de la agricultura y el teatro. También es conocido como el “Salvador” y “Libertador” (Eleuterio), liberando a uno de su ser normal, mediante la locura, el éxtasis o el vino. La misión divina de Dioniso era mezclar la música del aulós y dar final al cuidado y la preocupación.
Dioniso es un dios de ritos religiosos mistéricos. Dioniso lleva el basjaris o piel de zorro, simbolizando la viña y la fauna. Sus propios ritos, los Misterios dionisíacos y los Misterios eleusinos, eran los más conocidos por todos. Muchos investigadores creen que Dioniso es un sincretismo de una deidad griega local de la naturaleza y un dios más poderoso de Tracia o Frigia, como Sabacio. El toro, la serpiente, la hiedra y el vino son los signos de la característica atmósfera dionisíaca, y Dioniso está estrechamente asociado con los sátiros, centauros y silenos. A menudo aparece montando un leopardo, llevando una piel de felino o cérvido, o sobre un carro tirado por panteras, y también puede ser reconocido por el tirso que lleva. Además de la parra y su alter ego salvaje y estéril, la hiedra venenosa, ambas a él consagradas, la higuera también era un símbolo suyo. La piña que coronaba su tirso le relacionaba con Cibeles, y la granada con Deméter. Los iniciados lo adoraban en los misterios dionisíacos, que eran parecidos y estaban relacionados con los misterios órficos. Se decía que Orfeo había inventado los misterios de Dioniso.
Los romanos rindieron culto a su equivalente romano, Baco. De su nombre deriva bacanal. Las bacanales eran fiestas que se celebraban en secreto y con la sola participación de mujeres en la arboleda de Simila, cerca del monte Aventino el 16 y 17 de marzo. Posteriormente, se extendió la participación en los ritos a los hombres y las celebraciones tenían lugar cinco veces al mes. La notoriedad de estas fiestas, donde se suponía que se planeaban conspiraciones políticas, provocó en 186 a. JC un decreto del Senado (el llamado Senatus consultum de Bacchanalibus, inscrito en una tablilla de bronce descubierta en Calabria (1640) y actualmente en Viena, por el que las bacanales fueron prohibidas en toda Italia bajo sospecha de que eran realizadas para tramar crímenes. Se atribuye a Dioniso el origen del teatro en Grecia, puesto que los primeros signos del género teatral estuvieron vinculados al dios del vino, mediante celebraciones organizadas al comienzo de la siembra rogando por una buena cosecha.
En dichas festividades, a modo de ofrenda, los griegos sacrificaban un carnero para que la sangre bañara los campos. Mientras esto ocurría, el pueblo griego bailaba y recitaba coros, lo que comúnmente se conocía como Ditirambo.
A partir de esas fiestas rituales se produce una progresiva evolución hacia el teatro, que dará lugar a dos vertientes diferenciadas: la tragedia y la comedia. Éstas conservaron durante un tiempo el carácter sacro.
Posteriormente, estas prácticas evolucionaron hacia un tipo de representación teatral más cuidada y celebrada en un auténtico teatro, un edificio al aire libre construido expresamente para conseguir la acústica y visibilidad idóneas.
Templo de Baco en Baalbek: En realidad está dedicado a la triada capitolina,
pero su decoración hizo que se le diera éste nombre. El templo estaba decorado con bajorrelieves y esculturas, considerados entre los más destacados de la antigüedad clásica. Los antepechos de la cella, muy deteriorados, están decorados con ménades danzando, bacantes y escenas del nacimiento y la vida de Baco. La entrada está considerada como un modelo en el arte romano de la época. Estaba adornada con motivos de uvas y vides, perlas entrelazadas con gajos y hojas de parra, copas y ánforas de vino
.
Ares (Marte).
Según Homero, Ares era un asesino sangriento y conquistador de castillos, y la mitología lo retrata como un ser amoral, despiadado y cobarde. Se le representa con
coraza y casco, y armado de escudo, lanza y espada. Su talla es sobrehumana y profiere gritos terribles. Generalmente se le representa combatiendo a pie, pero también se ve sobre un carro tirado por cuatro corceles. Los animales consagrados son el perro y el buitre.
En la guerra representa la brutalidad, la violencia y los horrores de las batallas. Como dios de la virilidad masculina a lo largo de la mitología se han contabilizado unas treinta amantes mujeres, con una descendencia de alrededor de 60 hijos (entre ellos Eros, Harmonía, Fobos, Deimos, las amazonas…). Afrodita, diosa del amor y la belleza, era su amante preferida, su sanadora y aliada en la guerra.
Su lugar de nacimiento y auténtico hogar estaba situado en la región de los bárbaros y tracios, al norte de la Hélade, y allí huyó cuando fue descubierto acostándose con Afrodita, quien engañó reiteradas veces a su esposo, Hefesto, con él.
Según las Argonáuticas, los pájaros de Ares (Ornithes Areioi) eran una bandada de pájaros cuyas plumas podían lanzar como dardos a los enemigos. También se identifica con los dos cuernos por el mito del vellocino de oro, el carnero de lana dorada (como se lo representa en el signo zodiacal de Aries).
A pesar de ser identificado como dios de la guerra no siempre salió victorioso en los combates. De hecho, resulta varias veces herido, como contra el semidiós Heracles, y sobre todo en sus enfrentamientos con su hermana Atenea, divinidad también guerrera, patrona de la estrategia y la sabiduría.
Diomedes sorprendido al ver a Ares luchando en el bando troyano ordenó a sus soldados la retirada. Hera vio la desproporción del combate y pidió a Zeus que interviniera para alejarlo del campo de batalla. Ares atacó a Diomedes con su lanza, pero Atenea desvió el ataque. Diomedes respondió con la pica y Atenea guió el golpe en dirección a Ares, quien cayó herido y en su caída bramó como nueve o diez mil hombres. Huyó al monte Olimpo para que su padre Zeus curara sus heridas, lo que obligó a los troyanos a replegarse. Ares se enfrentó a Atenea, pero terminó herido de nuevo cuando esta lo golpeó con una piedra.
En un mito relatado en la Ilíada por la diosa Dione a Afrodita, dos gigantes ctónicos, los alóadas Oto y Efialtes, encadenaron a Ares y lo encerraron en una urna de bronce durante un año lunar. Ares estuvo gritando y aullando en la urna durante trece meses, hasta que su hermano Hermes lo rescató y su hermana Artemisa engañó a los gigantes haciendo que se arrojaran sus lanzas uno al otro, matándose.
Un hijo de Ares, Cicno, fue tan sanguinario que intentó construir un templo con las calaveras y huesos de los viajeros a los que asesinaba. Heracles lo mató, provocando la cólera de Ares, a quien también derrotó, obligándolo a volver al Olimpo.
Deimos y Fobos son dos de sus hijos con Afrodita. En las batallas, Deimos y Fobos son los espíritus del terror y el miedo, que lo acompañaban en las batallas, al igual que su hermana Eris, diosa de la discordia y de la envidia. Otra acompañante de Ares era Enío, diosa del derramamiento de sangre y la violencia. A modo de construcción etimológica, de Fobos proviene la palabra fobia. Tienen cita en la astronomía, que ha dado los nombres de sus hijos, Fobos y Deimos, para nombrar a los dos satélites del planeta Marte. De Deimos ha derivado la palabra daimón, demon, demonio.
Harmonía (Concordia en Roma).
Harmonía era relacionada como estrecha aliada de Afrodita Pandemos, el amor que une al pueblo, la personificación del orden y la unidad cívica.
Sin embargo, casi siempre Harmonía es esposa de Cadmo, quien la reclamó a su padre Ares a cambio de una expiación que el dios le había exigido, pues Cadmo había matado a un dragón que se acababa de comer a varios de sus hombres. Dicho dragón resultó ser propiedad de Ares. Harmonía es conocida principalmente por la leyenda del collar mortal que recibió el día de su boda. Cuando el gobierno de Tebas fue otorgado a Cadmo por Atenea, Zeus le dio a Harmonía como esposa. Todos los dioses honraron la boda con su presencia. Cadmo regaló a la novia una toga y un collar que había recibido de Hefesto o de Europa. Este collar, llamado habitualmente Collar de Harmonía, traía la desgracia a cualquiera que lo poseyera.
Las amazonas eran una estirpe de mujeres guerreras nacidas de la ninfa Harmonía. Hipólita, su reina, era dueña del cinturón mágico que le había regalado su padre, Ares.
En el Lacio romano, Marte se apareció a Rea Silvia durante un sueño y la violó. De ésta violación nacieron los gemelos Rómulo y Remo, según la mitología romana.
Enómao es hijo de Ares y Estérope. Fue rey de Pisa.
Tánatos
Era la personificación de la muerte sin violencia. Su toque era suave, como el de su gemelo Hipnos, el sueño. La muerte violenta era el dominio de sus hermanas amantes de la sangre: las Keres, asiduas al campo de batalla. Su equivalente en la mitología romana era Mors o Letus/Letum, hijo de Nix, la noche, y gemelo de Hipnos,
insinuando que ambos hermanos discutían cada noche quién se llevaría a cada hombre, o que Hipnos anulaba cada noche a los mortales en un intento de imitar a su hermano mayor. Desempeñan un papel pequeño en los mitos, quedando muy a la sombra de Hades, el señor de los muertos.
Admeto obtuvo de Apolo la gracia de que las Moiras pudieran aceptar que cuando él estuviera a punto de morir, pudiera reemplazarle en su destino cualquier persona que lo aceptara voluntariamente. Cuando esto ocurrió, y tras recibir Admeto la negativa de sus padres, solo su esposa Alcestis se ofreció a morir por él. Sin embargo Heracles retuvo a Tánatos por la fuerza, intentando persuadirle de que esperase a que a la joven le llegase su hora de forma natural. Tánatos repudiaba estas triquiñuelas de los dioses (especialmente de Apolo) que interferían sus funciones, y tras esta pequeña derrota, reclamó el respeto debido y fue incluso capaz de llevarse al mismo Heracles cuando le llegó su turno. Tánatos era representado como un hombre con alas, a menudo armado y acompañado de su hermano Hipnos, en el proceso de trasladar a un muerto.
Hypnos.
Su madre era Nix, la noche, que lo tuvo sin intervención masculina, aunque en alguna otra tradición su padre fue Érebo. Su hermano gemelo es Tánatos (la muerte sin violencia). El equivalente romano de Hipnos era Somnus.
Su palacio era una cueva oscura donde el sol nunca brillaba. A su entrada crecían amapolas y otras plantas hipnóticas. Según algunas fuentes, vivía junto con Tánatos en un palacio subterráneo cercano al de Nix. Según otras, lo hacía en una cueva bajo una isla griega, a través de la cual fluía Lete, el río del olvido.
Hijos de Hypnos son los Oniros: Morfeo, Fobétor (o Iquelo) y Fantaso. Según el mito, Morfeo se ocupaba del contenido animado de los sueños de los seres humanos, mientras que los otros dos Oniros eran responsables de los animales y los objetos inanimados en los sueños.
En el arte, Hipnos era retratado como un hombre joven desnudo y con alas en los hombros o las sienes. También se le muestra en ocasiones con barba, parecido a su hermano Tánatos. A veces es representado como un hombre dormido en una cama de plumas con cortinas negras a su alrededor. Sus atributos incluyen un cuerno de opio inductor de sueño, un tallo de amapola, una rama de la que gotea el rocío del río Lete y una antorcha invertida. Morfeo es su principal ayudante y evita que los ruidos le despierten.
Sarpedón.
Hijo de Zeus, el rey de los dioses había concedido a su hijo una vida que abarcaba tres generaciones, y que terminó cuando Sarpedón acudió a la guerra de Troya al frente de los licios, donde fue muerto por Patroclo. Entonces Zeus pidió a Apolo que purificara su sangre en un río, untara su cuerpo con ambrosía, le vistieran como un inmortal y fuera llevado rápidamente a su tierra, mandato que cumplieron Tánatos e Hipnos.
Caronte
Es el barquero de Hades, el encargado de guiar las sombras errantes de los difuntos recientes de un lado al otro del río Aqueronte si tenían un óbolo para pagar el viaje, razón por la que en la Antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua, costumbre importada posteriormente en la Antigua Roma, donde también se veneraba al personaje. Aquellos que no podían pagar, tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, tras los cuales Caronte accedía a llevarlos sin cobrar. Aunque ninguna fuente nos haya transmitido su filiación, a Caronte se lo suele imaginar implícitamente como hijo de Érebo y Nix.
Se le representaba como un anciano flaco y gruñón de ropajes oscuros y con antifaz que elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre que se apilaba en la orilla del Aqueronte, entre aquellos que merecían un entierro adecuado y podían pagar el viaje (entre uno y tres óbolos). Los etruscos mencionan también a un Caronte (Charun) que acompañaba a Marte a los campos de batalla.
Cerbero
En griego Κέρβερος Kérberos, (“demonio del pozo”), también conocido como Can Cerbero o Cancerbero, era el perro del dios Hades; un monstruo de tres cabezas en la tradición más común, llamadas Veltesta (cabeza izquierda), Tretesta (cabeza central) y Drittesta (cabeza derecha). Era hijo de Equidna y Tifón, y guardaba la puerta del reino de Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar.
Cerbero fue derrotado varias veces:
La última prueba de Heracles fue capturar a Cerbero. Existen varias versiones sobre esta captura. Primero viajó a Eleusis para ser iniciado en los misterios eleusinos. Hizo esto para absolverse de la culpa por haber matado a los centauros. Encontró la entrada al inframundo y, tras diversas vicisitudes, pidió permiso a Hades para llevarse a Cerbero. Este accedió, si lograba dominar a la bestia sin ayuda de las armas. Consiguió hacerlo, se lo llevó y, tras mostrarlo a un aterrorizado Euristeo, lo devolvió al inframundo.
Orfeo usó su música para calmarlo y dormirlo.
Hermes logró dormirlo usando agua del río Lete.
En la mitología romana, Eneas lo adormeció usando tortas de miel con droga.
En una historia romana posterior, Psique también lo durmió del mismo modo que Eneas.
Las Erinias
También se las llamaba Euménides (en griego antiguo Εύμενίδες, “benévolas”), antífrasis utilizada para evitar su ira cuando se pronunciaba su verdadero nombre. Según la tradición, este nombre se habría empleado por primera vez tras la absolución de Orestes por el Areópago (descrita más adelante), y más tarde se usó para aludir al lado benigno de las Erinias; (“las frenéticas”) son las diosas vengativas: Alektro (“la implacable”), Megaira (“la ira celosa”) y Tisiphone (“la vengadora”). Son personificaciones del remordimiento y defensoras de los principios y las reivindicaciones maternas. Por lo tanto, se asocian con la fertilidad y con el culto a los muertos. Linaje: no está claro y varía desde que su madre podría haber sido tanto Gea como Nyx.
Habitan en el inframundo y suelen ser descritas como muy viejas, semicorruptas, de piel negra y túnicas grises. Su pelo está hecho de serpientes, tienen un olor insoportable y les sale sangre o saliva venenosa de los ojos. En la mitología romana, las Erinias se denominan “Furias”. El significado para una mujer furiosa ha permanecido hasta hoy.
Hermanas de las Moiras, es probable que al hablar de las Euménides nos estemos refiriendo también a las Moiras en la misma mitología griega las cuales personificaban el destino de las personas. Las similitudes en sus características no son pocas y se tiene en cuenta que el folclore y la abundancia de pueblos los cuales fueron influenciados por la cultura griega, pudieran haber introducido variaciones en leyendas ya antes contadas.
La diosa Némesis representa un concepto similar, y su función se solapa con la de las Erinias, con la diferencia de que aquella castigaba las faltas cometidas contra los dioses.
Las Moiras
En la mitología griega, las Moiras (en griego antiguo, Μοῖραι “repartidoras”) eran las personificaciones del destino. Sus equivalentes en la mitología romana eran las Parcas o Fatae, las Laimas en la mitología báltica y las Nornas en la nórdica. Vestidas con túnicas blancas y de semblante imperturbable, su número terminó fijándose en tres.
La palabra griega moira (μοῖρα) significa indistintamente “destino”, “parte”, “lote” o “porción”, en referencia a su función de repartir a cada mortal la parte de existencia y de obras que le corresponden en el devenir del cosmos. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada ser humano desde el nacimiento hasta la muerte, y aún después en el Hades.
Una vez su número se hubo establecido en tres, los nombres y atributos de las Moiras quedaron fijados:
Cloto (Κλωθώ, “hilandera”) hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Su equivalente romana era Nona, originalmente invocada en el noveno mes de gestación.
Láquesis (Λάχεσις, “la que echa a suertes”) medía con su vara la longitud del hilo de la vida. Su equivalente romana era Décima, análoga a Nona.
Átropos (Ἄτροπος, “inexorable” o “inevitable”, literalmente “que no gira”, a veces llamada Aisa) era quien cortaba el hilo de la vida. Elegía la forma en que moría cada hombre, seccionando la hebra con sus “detestables tijeras” cuando llegaba la hora. En ocasiones se la confundía con Enio, una de las Grayas. Su equivalente romana era Morta (“Muerte”), y es a quien va referida la expresión “la Parca” en singular.
De entre los cultos y tradiciones más antiguos, en los que se nos presenta a las Moiras como divinidades primigenias o ctónicas al margen del devenir y de la voluntad del resto de dioses, insertas en el ámbito de los principios prístinos e inamovibles del universo, las novias atenienses les ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas. Mitógrafos posteriores afirmaron que las Moiras eran hijas de Zeus, bien junto con Ananké o bien junto con Temis (la Justicia) o Nix, para preservar el patriarcado de Zeus.
Se las representaba comúnmente como a tres mujeres hieráticas, de aspecto severo y vestidas con túnicas: Cloto, portando una rueca; Láquesis, con una vara, una pluma o un globo del mundo; y Átropos, con unas tijeras o una balanza.
En otras ocasiones se les atribuye la apariencia de tres viejas hilanderas, o de tres melancólicas damas (una doncella, una matrona y una anciana, respectivamente). Shakespeare se inspiró en este mito para crear las tres brujas que aparecen en Macbeth, cuya intervención es determinante en el destino del protagonista.
Esta apariencia de mujer anciana también fue utilizada en la escultura Cloto realizada en 1893 por Camille Claudel en la que aparece representada la más joven de estas Moiras enredada en su propia red. Emerson, Lake and Palmer tienen una pieza escrita con el nombre de The Three Fathes, de unos siete minutos y medio de duración, en su primer LP